miércoles, 20 de diciembre de 2017
III CONCURSO LITERARIO INTERNACIONAL DE MICRORRELATOS "NUESTROS MAYORES"
Andree Julieth Villota Realpe: Ganadora del III Concurso Literario Internacional de Microrrelatos "Nuestros Mayores" España (2017).
viernes, 7 de julio de 2017
PERDICIÓN
¿Es acaso este un sueño olvidado? El muro que nos separó ha quedado desecho con las ganas de encontrarnos a través de nombres de muertos que no se han ido. No sé si mis jardines puedan posarse en algún lugar tuyo, si la foto que llevo de ti en mi cuadernillo ha servido de algo más que para postergar mis noches. “Vení, hacéme un lugarcito en vos, no te molestaré”, le dije. “Esta tierra es muy lejana y yo ya me he ido”, me respondió. Es primavera y sus ojos aún me susurran: “¡Despiértame!”
Finalista
del II Certamen Literario Internacional de Microrrelatos “Primavera de sueños”
(2017). Publicación en Libro “Sueños” España (2017)
martes, 23 de mayo de 2017
LOS LIBERTARIOS
En un extraño lugar de Nariño, las montañas vivieron dormidas, hasta que los espasmos de almas arrugadas provocaron el grito explosivo de una mina; entonces, la piel se levantó confundiéndose con los sonidos de la lluvia del reflejo de los otros: los libertarios. A pesar del disfraz del dolor que seguía sangrando sin piernas, el pálpito al unísono de la paz de los “ajenos” pudo crear nuevas montañas de libertad. La neblina se evaporó, los músculos del alma quedaron lisos: La nueva vida comenzó.
Autora:
Andree Julieth Villota Realpe
sábado, 20 de mayo de 2017
ZONA DE NUEVO RUMBO
¡Peligro!,
zona de derrumbe -leí que decía. Adolfo quiso huir temeroso mientras yo
entrelazaba sus laderas inestables con las mías. Así, como una conexión
estrafalaria del universo, el nivel de amenaza creció: sus brazos explotaron y
mi corazón cayó al cráter. Me deformé toda, di el último suspiro mientras el
viento acarició todas mis grietas y la lava ardiente lo convirtió en un volcán
demasiado extinto. ¡Morí! -le grité, mientras soltaba mi mano-. Has vuelto a
nacer -replicó mi propia voz-.
Autora:
Andree Julieth Villota Realpe
Finalista
del III Certamen Literario Internacional de Microrrelatos “Valores Humanos” España (2017).
Publicado en Libro “Valores Humanos” España (18 de febrero de 2017).
Foto: Julio Chamorro
miércoles, 17 de mayo de 2017
ORGASMO LITERARIO
En
noviembre, Adeline despierta; abre sus ojos rotos que guardan pupilas
carcomidas por letras cursivas, tan torcidas que se encuentran en un orgasmo de
extravagancias supremas: un cuento, un
relato, una novela que asesinan su propia muerte, penetrando sus íntimas
partes para fecundar no sólo su óvulo de misterios, sino también su vientre
taciturno que termina albergando un feto de horizontes literarios, para volar
siempre tan alto frente al humo decembrino de profundos conciertos pasionales.
Autora:
Andree Julieth Villota Realpe
domingo, 14 de mayo de 2017
LETRAS SIN TIEMPO
Si
intentáramos medir la distancia entre cada letra del alfabeto, el tiempo—asesino
de instantes y galaxias escondidas del ser humano— no lo permitiría. No alcanza
la velocidad para observar los lunares de la luna o el sol que esconde lo verde
del espacio; porque para un escritor, el tiempo que se pierde para encontrarse
en el viento que agoniza con las caricias de cada hoja de papel, se convierte
en asesino. ¡Que el tiempo no nos mate,
que nos encuentre en cada suspiro de la A a la Z!
Autora:
Andree Julieth Villota Realpe.
FECUNDANDO LETRAS
La noche estaba
jodida, mordía las uñas de todos en las calles y Ana estaba detrás de su
espejo, mordiendo su estómago, alimentando a sus pupilas con la sangre que
parecía algodón de azúcar. De repente,
sintió el temblor: sus voces le hablaron al oído y le tocaron su corazón, sus
tristezas comenzaron a jugar con el piso de una habitación que no era suya;
sacó su ira, colocó sus hojas en el suelo y como si estuviera en labor de
parto, pujó, lloró y escribió con cada cordón umbilical que de sí comenzó a
colgar. Ana no podía ver sus creaciones, dejó que cada letra que de ella había
surgido se convirtiera en cenizas de color morado, pero aun así, no volaron. En
agosto, ella misma decidió morder a la noche, sacó su plumón con decisión, hizo
la paz con sus voces, dejó de alimentar a sus pupilas, quebró el espejo y con
cada pedazo de él, engendró nuevas historias que volaron con pasión.
Seudónimo: Adeline Stephen Woolf
Autora: Andree Julieth Villota Realpe.
Finalista
del I Concurso de Cuento Corto Miguel Fernando Caro Gamboa (2015).
Convocado por Fundación Escribir No Muerde.
EL EXILIO DE LA INDECISIÓN
Stephen
se sienta en la silla de antaño mientras la mancha oscura que se encuentra
encadenada en una de las paredes de su cuarto, le ahorca en un vaivén de
indecisiones. Ésta se diluye a la luz de una canción que combate los gritos
desesperados del espejo, que intentan cortar las manos de la escritora a quien
el lápiz le sirve de alma para crear ilusiones y exiliar espejismos del “no
puedo”. El punto final de este relato se coloca liberando mundos literarios
y asesinando verdugos del “quizás”.
miércoles, 16 de noviembre de 2016
SEÑORA
Señora,
respóndame que soy muy obstinada; necesito respuestas, señora. ¿Por qué camina
así en las calles, con tanto peso sobre su frente?¿Por qué carga en su espalda
la reverencia de la desgracia? No hay astucia en tanta dolencia, ni tampoco en
su rostro que pretende ser paciente mientras sabe que está muriendo y
empujándose al vacío. No hay nada en usted, “Señora”.
¿Cómo
es que puede cargar ese bulto sobre su frente?— Insistí—. ¿Cómo es que tanta joroba no la hace venir de
frente?—Repetí—. Ella, alzó su mirada
y casi ni me miró. Arregló sus sandalias, piso de nuevo el charco de aquella calle
afónica y queriendo abrir su boca para pedirme—para rogarme, para implorarme—que le diera permiso—que le permitiera el
paso—dijo palabras en
silencio, arregló su chal y me ignoró. Yo estaba decidida a no permitirle
caminar más, así que no, no le di permiso… ¿Por qué iba a dárselo? Ni su mirada
suplicante, ni el rose con su cuerpo, ni su mentirosa ingenuidad, pudieron
convencerme. Yo no abro paso a señoras como ella. ¡Nunca! ¡Jamás!
Toqué
sus hombros suavemente y después, ya no pude contenerme; la sacudí desesperada como
se sacude la ropa vieja que uno va a regalar después de muchos años, pretendiendo
que así le pueda servir a algún necesitado. Viéndola fijamente a los ojos—como casi nunca veo a
nadie—. Le hice ofrecimientos y súplicas aunque no
se lo mereciera:
—Permítame ayudarle con
el delirio, a cargar la sangre que brota de sus flores, de sus lunas, de sus
lunares que parecen soles agonizantes. Quiero cargar sus misterios en mi
vientre y caminar con ellos un poco encorvada, invisible, petrificada como
usted. Permítame que me quede en sus manchas un solo instante para de ellas
robarme la tinta y escribir en el espejo, en el silencio de cada baile de
vivencias y destierros, de los susurros de esta vida que ya no la siento mía,
que se la ofrezco.
Le
ofrezco todo esto porque, al verla tan cargada, me recuerda a una amiga que
caminaba con escupitajos ardientes todo el tiempo y terminó… terminó en… Bueno,
es algo que no viene al caso pero quisiera cargarme su sombra hoy y regalarle
la mía, cargarme su cruz y regalarle mis clavos, cargarme su mirada y regalarle
mis ojos. Llévese por favor mis oídos y déjeme con sus ruidos que cualquier
carga hoy anticipa el desespero y eso es algo que ya no me pertenece. Ya no lo
quieróóóóó… ¡Ya no!
Señora,
usted es ilegítima, todo su ser lo es, sus sandalias y el sonido de ellas por
las calles me perturba, sus visitas llaman al pesimismo y no retienen mi
aliento que se va debilitando con el tiempo, con los años y yo necesito aire,
tiempo eterno, memoria profunda.
Lléveselo
todo y llévese a usted misma porque su presencia es como los truenos que
escuchaba en mi infancia en los días de lluvia, en los jueves de gritos, en los
ruegos de versos coléricos que nunca tocaron a nadie. Sólo quiero que me deje
las caricias y el tiempo, un solo instante sin causas perdidas ni sonrisas
disfrazadas, un poco de soledad acompañada… un poco de la soledad que no es mía y de la lluvia en mi ojo izquierdo que
tampoco le pertenece.
Levante
su rostro, no soporto que siga con la cabeza gacha mientras le grito, mientras
escribo sobre su piel marchita y los sonidos del martillo taladran tan dentro.
Abra su boca, por favor, diga algo… Señora,
no sea tan mezquina. ¿Acaso cree que son sus silencios y voces tan tenues
podrá comprarme?
La
maldita, nunca volvió a abrir su boca, se fue, pero me hizo saber a través de
muchos escritos, que se creía omnipotente, que podía cargar una piedra sobre su
espalda. Yo no le creo, es una mentirosa, no quiero que me vuelva a susurrar nada,
no quiero que vuelva a repetir que se acerca cuando se va viviendo tan lejos.
No quiero
Donde
sea que usted se encuentre, le hago llegar éste mensaje:
He cambiado de opinión ya no quiero
cargar nada de usted, ni tampoco ofrecerme, sólo quiero sus sandalias y sus
pies para caminar así en las calles: libre aunque esté muerta, volando aunque no tenga alas, sonriendo aunque sin boca,
amando aunque sin nada.
Señora, hoy he podido recordarla.
Siempre, cuando la veía en las calles, tuve el pálpito de haberla visto en
algún lugar y sí, usted era a quien yo veía en mis pesadillas cuando era apenas
una niña. Sé que no me dejará sus sandalias, pero las voy a robar si la
encuentro, empieza la cuenta regresiva, corra lejos de mí porque si la
encuentro, le robo hasta sus últimas partes y la mato. Le juro, que ésta vez,
la mato.
Andree
Julieth
jueves, 10 de noviembre de 2016
LO INNOMBRABLE
Flora,
la que cuando niña soplaba con fuerza el diente
de león, la que cuando grande escribía historias mientras dormía, nunca
entendió cómo el techo de su habitación podía levantarse frente a su cuerpo; ni
tampoco, cómo podía caerse el suelo para dejarla suspendida en el jardín.
Tal
vez era el viento—que
transportaba al mismo diente de león—quien regresaba hacia a
ella para sorprenderla con soplidos silenciosos—demasiado silenciosos—Tal vez era el reflejo de
sus juegos infantiles que frente a las aberturas de la puerta de su ventana
gritaban sin decir nada, tal vez era la carencia de todo aquello que nunca
había vivido por permanecer cultivando tantas flores…
En
cualquiera de los casos me sorprendí al verla aquella mañana, llevando en su
mano una vela azul con una llama que a pesar del viento no podía extinguirse;
me cautivaron sus labios negros y sus ojos profundos, así como su cabello largo
que parecía que estaba de fiesta. Cada uno de sus movimientos, de su
respiración, parecía de otro mundo. Al instante supe que sus imágenes no le
pertenecían, ni a ella ni a quienes podían verla: Los cuadros en su mente, los
violines que tatuaban melodías en sus manos, nada era de ella… sólo contaba con
el abrazo del viento, y con la indiferencia de los transeúntes que pasaban con
afán junto a ella sin verla.
Cuando
pasó junto a mí, quedé paralizada, quise abrazarla, arrancar su piel y meterme
en ella para entender sus sombras pero caminó muy rápido y las horas… las horas
se hicieron veloces, no contaba con un borrador para modificar el día, sólo
tenía el instante y el viento… que a ella y a mí nos acariciaban. Era el mismo
viento y eso para mí era suficiente.
Juro
que intenté alcanzarla, di grandes pasos—de hecho en algún momento, sin saberlo, sin
pensarlo—me saqué los tacones y corrí
descalza para poder verla más de cerca, intenté alcanzarla, quería percatarla
de algo que al parecer nadie había notado, llevaba muchos alfileres en su
espalda, quise gritarle y hacer que lo supiera pero pude darme cuenta—por la forma en que se
movía, en que miraba, en que escuchaba y dormía—que ella ya lo sabía. Supe que el viento lo sabía,
que el tiempo lo sabía, que las flores lo sabían. Supe que yo no existía y que
ella existía toda.
Cuando
pude ver más allá de sus orillas, la llama de aquella vela azul se apagó y
entonces ella y yo al fin pudimos vernos: No era Flora, no era Stephen. Ni
ella, ni yo, era el bendito diente de León…
que creía que volaba pero que ya no estaba.
Andree
Julieth
lunes, 7 de noviembre de 2016
NUBE EXTRANJERA
La
nube extrajera no se ha paralizado frente a la ventana del cuarto de Adeline y
sin embargo, ella la siente permanecida, estática, sonámbula. Los sonidos de la
calle llegan a la vista de su ventana y tocan los tornillos de su pared, quieren
hablarle—lo sé—pero ella no quiere comunicarse
con la lluvia, aunque sus susurros siempre digan algo—a mí, su silencio
siempre me arrulla—.
Han
iniciado los juegos pirotécnicos. ¿A causa de qué? No tengo idea, pero ahí están y la nube extranjera también:
riendo con las ideas de aquella rubia mujer, disfrutando de sus luces y de sus
sentires diarios. Cada explosión en el cielo, retumba en su pequeño vientre y entonces,
Stephen—su fiel sirviente—toca a su puerta, la
observa sentada escribiendo, mira que la ventana está abierta, hace una oración—como si la necesitara—se
persigna y sueña en estar más allá de la ventana, quisiera estar allá: siendo
primitiva y soñada, mirando los cuadernos de Adeline desde lejos, descubriendo
cada uno de sus movimientos y sus aúllos. Adeline aúlla y con ello logra cubrir
las paredes del infierno, así danza con su reflejo y se cubre mientras sonríe
a un cuervo rojo que se posa en la ventana de Stephen. (En su ventana.)
Stephen
y Adeline están en un jardín que yo he creado, que yo he nacido.
Ellas
son mi nube extranjera, la puerta incendiada,
la
ventana permanecida y soñada.
sábado, 5 de noviembre de 2016
INVISIBLE
Mi
mano en su frente y la suya en mi almohada, sus cabellos largos sonrientes que
me miran como si no me hubiesen mirado nunca, sus pupilas que arden cuando toco
su espalda, sus manos que parecen algodón derretido. La veo pasar a ella—aunque nunca se
desplace ni camine, ni…—
alza el tono de su voz y no dice nada: la cubre la no nada, la noche, la
superficie que parece llena, las promesas fragmentadas. Los abrazos de la
lluvia, del hijo del sol, de las miradas.
Cuando me ve a mí, se descubre toda y me susurra al oído historias que finjo
no haber escuchado nunca, que me parecieran lejanas aunque crezcan en el iris
de mi ojo izquierdo.
Quisiera
que mi mano deje de estar en su frente, que su almohada no estuviera tan
lejana, que sus cabellos sonrieran siempre y que su mirada continuara
tatuándose en mí, en cada uno de mis poros abiertos y también en los rincones cerrados
de mis seres ocultos. Sé que trata de decirme algo—lo sé—pero no logro
escucharla, sólo siento sus superficies, no son las mías y sin embargo se
parecen, se parecen.
Aquí,
hoy también llegó el sol y… y la no nada, el misterio y los puntos de las
estrellas que tienen en sus ojos el número siente, el vaivén de una canción
clásica que retoma bailes de sostenidos y bemoles. Un momento…
no quiero verla desnuda, es ella la que camina con mis miradas, es ella
a quien yo más conozco: La invisible que escribe pintando.
¿Alguna
vez, en algún tiempo, podré verla en otro mundo? La conozco, sé que es ella.
domingo, 24 de enero de 2016
Construcción
Me voy a construir de nuevo,
al fin tengo todos mis fragmentos.
Me prometo estar unida pronto.
Bienvenida—Me digo—.
Andree Julieth
miércoles, 20 de enero de 2016
Baladí
Mis abrazos: baladí
mis caricias: baladí
mis poemas: baladí
mis cartas: baladí
mis presencias: baladí
mis ausencias: baladí
mi tiempo: baladí
mi voz: baladí
mi vida: baladí
mi oscuridad: baladí
mi luz: baladí
mi sentir: baladí
mi pensar: baladí
mis voces: baladí
mi sinceridad: baladí
mi fidelidad: baladí
mi perseverancia: baladí
mis miedos: baladí
mis fracasos: baladí
mi fuerza: baladí
mis “quédate”: baladí
mi piel: baladí
mi soledad: baladí
mi dolor: baladí
mi abandono: baladí
mis sueños: baladí
mi temblor: baladí
mi “ya no”: baladí
mi “por favor”: baladí
mi “un poco más”: baladí
mis “yo”: baladí
mi espacio: baladí
mis intentos: baladí
mi ternura: baladí
mis despojos: baladí
mis arroyos: baladí (Se me termina la hoja)
mi hoja: baladí
mi inspiración: baladí
mi razón: baladí
mi desespero: baladí
mi confianza: baladí
mi baladí: baladí.
Andree Julieth
martes, 19 de enero de 2016
ESCRIBIR EN EL VACÍO
Tal vez la vida
siempre me permita un vacío,
porque en últimas,
cuando somos océano sin fondo
es cuando mejor escribimos.
viernes, 1 de enero de 2016
TENGO
Tengo que curarme de tanta sensibilidad,
dejar algún vacío lleno dentro de mí,
ladrar como un gato nadaísta
y madrugara a ver los ojos del sol.
“Tengo”
miércoles, 30 de septiembre de 2015
NOTHING ENOUGH
Quisiera llegar a la profundidad de mi mente,
pero cuando comienzo a nadar en ese océano,
siempre suceden dos cosas:
o me ahogo o me muero.
A mí me gusta el ahogo
y también me gusta morir
Pero…
Hay un problema en todo esto:
Nadie me quiere ahogada,
nadie me quiere muerta,
en realidad,
nadie me quiere de ninguna forma.
jueves, 10 de septiembre de 2015
EL POEMA
El poema me encuentra,
existe en mi mente durante varios días antes de llegar a la hoja de papel. Se suspende
y me suspende en puntos suspensivos e infinitos que muerden con fuerza; siempre,
con tanta fuerza que cuando llega el tiempo que parece que no transcurre ya ha llegado un
nuevo poema y así, así se mueve mi vida entre las ideas de incontables presencias
que gritan en mi oído y entre las “otras” que los escuchan y me transcriben. No
hay colores en ella, no hay deseos opacos, sólo hay eternidad de lo innombrable
y fantasía de lo inimaginable. ¡Así vivo yo! Detrás de mí, delante de mí, encima de mí, a los lados de mí y cada
una de esas vivencias que cuando escribo olvido, viven queriendo más vida: la palabra, la letra, el poema. ¡Así
vivo! Creyendo en mis puntos suspensivos y en cada mirada de todos mis “yo” que
me gritan, me leen y me escriben.
Si a este instante de
creación (donde se puede ser y no, a la vez) no se llama vida, realmente ésta
no existe, mis “yo” no existen, y nada existe. Pero… yo creo que si existo, si
vivo, si soy. ¡Vivo cuando el poema me crea y no cuando yo busco créarlo!
jueves, 23 de julio de 2015
QUIERO DEJARME
Si
supiera cómo dejarme al menos un momento
me
dejaría.
Me
convencería de mi ausencia por un segundo,
pero en realidad me dejaría del todo.
Me
haría creer que no estoy sola,
pero
en realidad me abandonaría
y
no regresaría jamás.
Nadie
quiere estar al lado de un bipolar,
nadie
y yo soy ese nadie que más detesto
Quisiera
dejarme al menos un momento
poder
descansar de mí.
Quisiera
salir por mis ojos
Y
no quedar ahogada en cada una de mis lágrimas
No
sentirme tan miserable y vacía.
Quisiera
irme de este lugar tan interno,
vivir
sin amenazas y habitar otros cuerpos sin miedos,
otras
mentes lúcidas
Porque
la mía está casi siempre ausente.
Quisiera
irme de acá,
irme
a volar con alas
porque
yo siempre me corto
cuando
empiezo cada vuelo .
Quisiera
saber que yo no existo,
saberme
libre,
saberme
sin mí
pero
no,
aún
puedo escribir con mis adentros
tal
vez sea esa la razón,
la
única razón por la que del todo no muero.
sábado, 23 de mayo de 2015
AIDEZ-MOI
Y sí, yo le dije a
Stephen, ¿Por qué demoraste tanto en venir si eras mi mejor invento? Ella me
miró con esas miradas profundas de infierno que sólo podía ver cada martes en
mi espejo y me dijo: el viaje desde el inframundo es complejo; estoy muerta.
Permanecí con los ojos en el piso, respiré el aire de los murciélagos y en voz
baja le grité: nunca debiste regresar, quiero estar allá, en ese mundo donde
las lágrimas no ahogan, allá donde puedo estar conmigo, allá donde nadie me ve.
¡Llévame otra vez!
Stephen sufría de
hipoacusia, jamás pudo escucharme, nunca me llevó de regreso, y tú: ¿podrías
llevarme? ¡Llévame!
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