El poema me encuentra,
existe en mi mente durante varios días antes de llegar a la hoja de papel. Se suspende
y me suspende en puntos suspensivos e infinitos que muerden con fuerza; siempre,
con tanta fuerza que cuando llega el tiempo que parece que no transcurre ya ha llegado un
nuevo poema y así, así se mueve mi vida entre las ideas de incontables presencias
que gritan en mi oído y entre las “otras” que los escuchan y me transcriben. No
hay colores en ella, no hay deseos opacos, sólo hay eternidad de lo innombrable
y fantasía de lo inimaginable. ¡Así vivo yo! Detrás de mí, delante de mí, encima de mí, a los lados de mí y cada
una de esas vivencias que cuando escribo olvido, viven queriendo más vida: la palabra, la letra, el poema. ¡Así
vivo! Creyendo en mis puntos suspensivos y en cada mirada de todos mis “yo” que
me gritan, me leen y me escriben.
Si a este instante de
creación (donde se puede ser y no, a la vez) no se llama vida, realmente ésta
no existe, mis “yo” no existen, y nada existe. Pero… yo creo que si existo, si
vivo, si soy. ¡Vivo cuando el poema me crea y no cuando yo busco créarlo!

Qué decirte que no te haya dicho o no te diga cada vez que tengo la posibilidad? Sabes que disfruto de tus letras y de tus tormentas, pero sólo admiro tu empeño para crear belleza de la oscuridad. Y con esto no me refiero únicamente al arte de la escritura sino a las batallas internas que vas superando día a día. Un beso grande y nunca dejes de ser a través de las letras!
ResponderEliminarAcabo de leer este comentario, no lo había visto. Gracias por ser y por estar. Abrazos
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