Dudo de todo, del viento que me acaricia
sin pedírselo, de la mirada que intenta decirme algo y lo consigue, del
silencio que explota en mi habitación y del ruido que intenta callar lo
evidente.
Y así, poco a poco, también dudo de mí y
de mis formas, de lo que siento, de lo que brindo, de lo que anhelo, de lo que
quiero, de lo que alejo, de lo que consigo, de lo que pretendo y de las
personas que actúan siguiendo un guion y actuando un personaje , dudo de todas
las personas porque siento que todas hacen esto-también yo-) y dudo de los que se sienten libres y dicen
las verdades sin pensar en su efecto, dudo de los que callan y no dicen lo que
sienten también por miedo (Dudo de mi rebeldía y de mis silencios)
Dudo del humo que se aleja de mí, porque
no sé si en realidad se va y dudo del cigarrillo que obtengo, de las pepitas
que exploto antes de llevarlo a mi boca,
del camino que transito antes de comprarlo y de quienes me observan en la calle
tratando de simular que no me ven. Por sobre todas las cosas, dudo de quienes
parecen un cigarro: queman y se van, pero su presencia perdura ahí, dentro: en
los pulmones, matando sin aviso, nublándolo todo para siempre.
Siento que ya no estoy en este mundo y
que tal vez, mi espíritu duda de mi ausencia y por eso se sienta aquí a
escribir conmigo, no sé si en un acto de rebeldía o de silencio.
Andree Julieth
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