A Sofía Jael Ward Villota
Mientras
en los bosques áridos de la Amazonía cae nieve, Sofía se abraza a mi pierna,
tratando de brindarme calor, yo no estoy allá con ella, no abrazo sus cabellos
rubios ni ella abraza los míos, sus ojos permanecen muertos y su boca no dice
mucho, siento su autismo palpitando en mis raíces y entonces, de nuevo comienza
a desvanecerse… como en aquella finca deshabitada en la que por primera vez
pude sentir su cabello, toda ella se levantaba por los aires: sus ilusiones, su
mirada al vacío, su genio, sus sentires profundos.
Que
tu vida se desoje poquito, que tantos infiernos no salgan de ti, que cada
aparición que altera tus sentidos no te desborde, que nunca saltes al vacío,
quise decirle… pero ella, ya no estaba y yo me estaba yendo como cuando era una
pequeña anciana entonces sí… Nos encontramos mañana, morimos el hoy y vivimos
en cada ir y venir de los viajes que nunca entendimos pero que aprendimos a
soportar con el baile de nuestro cuerpo…
¿Será
acaso que algunas células nunca despegaron por completo?
¿Será
que podré seguirte viendo en los bosques, en mi alma?
Nunca
te olvidé...
De "Revista
Awasca. No. 29". Sección Narrativa (2017)

No hay comentarios:
Publicar un comentario